LAS MONEDAS DE DESEPAZ
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Series: Transport
Ubicación: Cali
Código catálogo: Col:Col-Trans-001
Fecha emisión: 1993
Donde se Usa: Transportes
Peso: 6,9
gramos
Diámetro: 22,5
milímetros
Composición: Níquel
Latón
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Anverso: 1993 ” VALIDA PARA 1 VIAJE EN BUS” ALCALDIA CALI
Reverso: “DESARROLLO SEGURIDAD Y PAZ” un desepaz y el escudo de la
ciudad de cali
Acuñación:
1993 10.000.000
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Desepaz tuvo siempre un destino incierto. En 1993, el 22 de
mayo, 1.900 de los 2.560 buses que había en ese momento en Cali, aparecieron
con un aviso bastante claro: No recibimos Desepaz .
La moneda, sin embargo, era una buena propuesta. No había
necesidad de esperar vueltos ni pelear con los conductores de bus por 10 pesos;
se podía planificar un presupuesto de transporte, el tráfico podría agilizarse
con el paso rápido de los pasajeros por la máquina registradora, y los gerentes
de las empresas transportadoras podían ejercer mejor control sobre sus buses.
El programa, que nació en la alcaldía de Rodrigo Guerrero,
se lanzó con bombos y platillos. Era un plan piloto que si funcionaba en Cali
se implementaría en otras ciudades de Colombia.
Los problemas empezaron con los choferes que no querían
recibir la moneda. Se les ofrecieron programas de educación y vivienda y
aceptaron. Los letreros de No recibimos... se modificaron por Si recibo Desepaz
. Recibían también billetes y los vueltos eran monedas de Desepaz. Más
problemas.
Pero el único problema no fueron los conductores. Para
muchas personas faltó una campaña de educación a través de los medios de
comunicación más efectiva, buscarle otros usos a la moneda, mayor conciencia cívica
y mejores puntos de distribución.
No obstante, la moneda se mantuvo en circulación hasta 1995.
Los puntos de distribución estaban muertos y la campaña, sin bombos ni
platillos, era para recoger monedas. Porque el proyecto se acabó solo, de una
forma tan repentina como apareció. La gente se cansó de tener en sus bolsillos
unas fichas que ya no contaban para nada. De nada sirvió que el alcalde
Mauricio Guzmán, en ese mismo año, hubiera propuesto una ley que tendría que
viajar al Congreso de la República para que fuera obligatorio su uso. Una
propuesta que ya nadie recuerda.
Como tampoco nadie recuerda que en ese momento la secretaria
de Transito Municipal, Stella Ramírez de Potes, anunció en junio de 1995 que el
programa volvería a estar en marcha en 1996.
Como tampoco el Secretario de Hacienda, Luis Alberto Gómez,
pasa al teléfono para dar declaraciones sobre esos diez millones de monedas que
están unos metros más abajo de su oficina.
El único funcionario que dio declaraciones fue el diseñador
de la moneda, Gerardo Chavarra, quien piensa que el proyecto fue desaprovechado
por la ciudad y señala que en otros países el mismo proyecto funciona
perfectamente.
De los funcionarios del proyecto solo sobrevivió un
empleado: el encargado de contar esas monedas, acuñadas en la Casa de la Moneda
de Ibagué y que ahora podrían sobrevivir como llaveros, materia prima para los
artesanos de la Loma de la Cruz y los hippies de la Avenida Sexta, fichas para
los locales de video juegos, un monumento a la ineficiencia o como una pieza de
colección que en 50 años servirá para encabezar la historia de un abuelo: Hubo
una vez un alcalde...
Fuente:
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-428859
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